Tomar aire, con la convicción de quien advierte la importancia de saber vivir con lo desconocido. Sostener el aliento con el pecho lleno y la cara satisfecha. Emprender la carrera. Enumerar los hitos de la propia vida; desde aquí, hacia allí: la biblioteca de vidrio.
O rehacer todo. Después de recordado, solo para confesarse secretamente, que sería mejor hacer lo mismo. En circular caminar, observando atentamente las pilas de libros. Dispuestos como columnas vertebrales. Toda la vida hasta allí: Casanova 48.
Recostarse debajo de la torre invisible que se apoya sobre lo que la habita. Y mirar, los libros desde abajo, diciéndose: “...cuando seas grande”.
1 comentario:
hermoso.
dejo beso.
se vemo.-
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