Recordamos bien, porque volvemos todo el tiempo, como un
buen síntoma, a golpear las puertas de donde sea que se escondan, cuarteles o
casas de gobierno. Qué más da.
La inoculación sistemática de lo siniestro sirve para
preparar a una sociedad dócil para la inoculación de mensajes mafiosos cuarenta
años después. Mecanismos básicos de la psicología al servicio de la guerra para
la sumisión… Pero lo que se les pasa por alto, cada vez, es que no matan a
nadie, ni aún muerto. Y que de lo siniestro y del terror se aprende. Somos lo
que quedó de la resistencia. Somos la lucha eterna.
Somos los que nunca van a poder matar. Inscribirnos en la muerte, nos hizo eternos.
Pintura: Horacio Petre (1986)
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