Mirar
el mar que está dentro de tu ojo. Saber que no quepo ni allí ni en el océano
porque soy pequeña. Y que mi humanidad no es la definición última de la
inteligencia.
Sostener
esa mirada que devela la maldad de mi modernidad positivista es lo que te hace
invencible Moby Dick. Allí está tu verdadera fuerza… Tu tamaño colosal es la
excusa histórica de quienes te narraron y sostuvieron el mito que encierra el
verdadero relato de mi especie.
Vos,
ahí impávido mirándome desde el agua. Eligiendo no hundir el pequeño catamarán
en el que me encuentro en Península Valdes, ayer a mis ocho años; hoy sentada
por horas leyendo para ser una persona más instruida y bien pensante, a costa
de mi espalda y demás órganos internos.
Quiero
dormir Moby Dick, la vigilia epistemológica es muy cara para mí. Y vos allí,
reposando en toda esa agua oscura no me estas ayudando para nada. Porque me
haces notar que todo lo que hago es en vano. Y eso Moby Dick, es más fuerte que
tu mismísimo relato, porque es algo definitivo como la muerte a la que vos y yo
estamos condenados.