25.12.14

Felices fiestas



y no comerse las sobras,
sobre todo,
no comerse
nada.

15.11.14

Happy and real*







Hay una aplicación
para ver las estrellas:
sus nombres completos.
La dirección y su código
postal.

Hay una aplicación
para recordar las fechas.
El cumpleaños
de tu mamá.
(La última vez).

Hay una aplicación
para obligarme a ser
aplicada/apocada.
Darte de comer,
de coger.

Hay una aplicación
para todo lo que nunca hice bien.




Y por suerte aún conservo
mis errores,
la integridad.

*

19.7.14

Las aristas de Occidente

Foto: Gonseras

Hay muchas formas de decir lo mismo con otras palabras; muchas formas de decir nada. La más común por estos días de guerra es “esto es muy complejo, es un tema con muchas aristas…”.

Palestina lucha. Y no se entrega, a pesar de ser asediada, sitiada, bombardeada, negados los suministros básicos que garantizan los derechos universales desde más o menos la misma época en que se inventó el Estado de Israel.

Hay cierta devaluación (con mucha razón casi siempre) de lo que se denomina opinión. En estos tiempos de la información inmediata y descartable; del impacto por el impacto; de la superficialidad más banal. La tecnología no es una excusa para estar desinformado. Hay gente que se desinforma leyendo micro-notas, de supuestos medios periodísticos (que no chequea) en Facebook; gente que se desinforma mirando canales y leyendo diarios que representan los intereses de los poderes hegemónicos; gente que se desinforma no saliendo de su cómodo tupperware.

Palestina lucha. Es uno de los “culos del mundo” que resiste y no se entrega. A pesar de los poderosísimos intereses sostenidos por la industria massmediática e ideológica, toda la ingeniería psicopolítica de los países centrales, que los convierte en “los terroristas del mundo”… cuando todos sabemos quiénes son los verdaderos terroristas. Alcanza con sentarse un momento a recordar, quiénes somos, de dónde venimos, y qué nos está pasando: hoy, hace diez años; hace 20, 30, 50; hace 100, 500 años.

La opinión no siempre fue una mala palabra. Opinar es una de las cosas más saludables que pueda hacerse, cuando se tiene un estricto sentido común; y no un discurso pre-digerido por la industria. Cuando se está dispuesto a oír (no solo a escuchar), a replantearse las posturas y a tener un mínimo de empatía histórica. Lo que en otras palabras se llama tener una conciencia de sujeto político. La opinión es eso: es el piso común para construir una ética y una estética; una posición política en la vida y para la vida.

Palestina lucha. Con misiles caseros, con palos, con piedras y con palabras. También Iraq, Afganistán, Paquistán, Somalia, Yemen, a lista sigue… Y si, parece que son muchas aristas, ¿no?

Sustraerse de la opinión, es una forma más de estar del lado de los que nos vienen haciendo mierda durante siglos. El colonialismo en todas sus formas, una más terrorista que otra; mejor dicho: una más genocida que otra. Porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Los eufemismos, además de encubrir, son otro de los articuladores de la violencia sistemática a la que estamos acostumbrados.

Hace varios días que no paro de acordarme (o no consigo olvidarme) de Fanon, y de aquel lúcido análisis sobre la identificación que generamos los oprimidos con nuestros opresores. Ese negro de mierda que se fue a la libre, igualitaria, fraterna y culpógena Francia a estudiar; y les metió el dedito en el ojo. Y dejó en evidencia toda la doble moral bien-pensante de los intelectuales revolucionarios de los países genocidas. Porque lo cierto es que ni siquiera quien le prologara “Los condenados de la tierra” pudo dejar de lado la moral paternalista cuando hubo que hablar de los desastres de la URSS para no desmoralizar a la clase obrera occidental (si Sartre).

Los que venimos de los “culos del mundo” no deberíamos tener que adoptar ni defender esa doble moral occidental. No les debemos nada en lo que a tradición respecta. Sería bueno que nos empecemos a amigar con esa idea. La culpa es judeo-cristiana, lo mismo que la inermidad, la inferioridad, la abyección: nos fueron implantadas en eso que se podría llamar proceso de subjetivación colonial.

Por ese mismo motivo tampoco deberíamos seguir usando la palabra resistir; ni empeñar años de esfuerzo en llenar de contenido positivo, potenciador ese concepto de mierda, que es todo lo contrario. Resistir se resiste la tentación, no jodamos. Ningún impulso erótico (en el sentido de la pulsión de vida) se resiste. La libertad no se resiste, el amor no se resiste, la palabra no se resiste, la dignidad y la soberanía no se resisten. Esas cosas se luchan, por esas cosas se lucha… y se da la vida de ser necesario. Lo que mueve a los pueblos es eros. Porque como dice Alfredo Grande: si se resiste a la vida es porque se nos encalleció el Ideal del Yo, y se nos armó flor de Superyó: represor occidental judeo-cristiano por excelencia. Ese Superyó que nos sostiene los mandatos patriarcales, genocidas, del silencio y la sumisión; articulador de la subjetividad del oprimido bien-pensante, civil e instruido.

Por eso decía que hay muchas maneras de decir lo mismo: nada. Y que la abstención en nombre de la mesura, en contra del sentido común, de la opinión, no son más que otra forma de repetir el cassette (el chip, disculpen) que nos metieron y ya se nos hizo carne.


Marx dijo que la vergüenza es un sentimiento revolucionario; se olvidó aclarar que esta afirmación solo es válida para los opresores, para ellos: la cuna de “la civilización”. No olvidemos, no perdonemos. Nunca.

11.5.14

Dulce Pallero | Cuatro Canciones

Foto | Marcelo Coglitore

Cuatro Canciones

Dulce Pallero: Voz
Omar Gómez: Bajo, Contrabajo, Bajo Fretless
Patricio Gómez Saavedra: Guitarra
Sonido y mezcla: Juan Martín Albariño

La Plata | 2014

4.5.14

Moby Dick


Mirar el mar que está dentro de tu ojo. Saber que no quepo ni allí ni en el océano porque soy pequeña. Y que mi humanidad no es la definición última de la inteligencia.
Sostener esa mirada que devela la maldad de mi modernidad positivista es lo que te hace invencible Moby Dick. Allí está tu verdadera fuerza… Tu tamaño colosal es la excusa histórica de quienes te narraron y sostuvieron el mito que encierra el verdadero relato de mi especie.
Vos, ahí impávido mirándome desde el agua. Eligiendo no hundir el pequeño catamarán en el que me encuentro en Península Valdes, ayer a mis ocho años; hoy sentada por horas leyendo para ser una persona más instruida y bien pensante, a costa de mi espalda y demás órganos internos.

Quiero dormir Moby Dick, la vigilia epistemológica es muy cara para mí. Y vos allí, reposando en toda esa agua oscura no me estas ayudando para nada. Porque me haces notar que todo lo que hago es en vano. Y eso Moby Dick, es más fuerte que tu mismísimo relato, porque es algo definitivo como la muerte a la que vos y yo estamos condenados.

20.4.14

Patagonia



te extraño,
como a esas cosas que no se conocen

: siempre igual.

2.4.14

Elba Ana Cisneros


Esta ciudad no huele
a tilos secando
sobre las veredas.
Huele a barro, a podrido.
A muerte fresca y nueva,
huele a olvido.

Yo nunca pensé en palabras.

Cómo se verá ahora mi casa.
La pava o el mate en la cocina.
No recuerdo el frío o el miedo
de aquella que fue mi vida.

Nunca supe de los que corrieron.
Empapadas sus ropas.
extraviados sus ojos de lágrimas:
lluvia y mugre. Es lo que fueron.

No los vi, ni me vieron
en el silencio de la noche.
En el silencio de la lluvia
trepándose a mi espalda:
eso sí que no se olvida.

Y aquellos que aún me sueñan
los que corrieron secos de espanto.
Que aún me esperan.
Que rompieron llantos
al amanecer y no recordaron
lo que tampoco.

Yo nunca me sentí cansada
hasta que no pude más.
Una no se deja tan facil, tanto.
La carne húmeda no hace ruido.
Se confunde en el tumulto
del agua trepando.

Y eso tampoco se recuerda.

Cómo se verá ahora mi casa.
Cómo mis cosas ahora,
que solo queda a los poetas


la marca del agua
.

Dulce Ma. Pallero | La Plata Spoon River (2014)

8.3.14

Ocho de marzo

Foto: Obra de Adriana Varejão



Aprender de otras mujeres para mirar nuestra propia feminidad. Que no es el cuerpo de la ciencia, ni el cuerpo de la cultura.

Que mujer no se nace, y eso se aprende con los años y las otras que nos vamos cruzando por la vida, que aunque no nos conozcan nos quieren cómplices de su rebeldía.

Ser mujer de encuentros y no de miedos o competencias; que eso nos fue impuesto, como tantas otras cosas.

Mujeres pequeñas, medianas, enormes. Fuertes o frágiles. Con y sin hijos. Que aman a otras mujeres, o a hombres, o a monstruos, o que no hacen diferencias. Con tetas y sin ellas. Con y sin pene. Mujeres de miradas descomunales y voces replicadoras. Mujeres cobardes. Mujeres que luchan. Mujeres que crean arte, artesanías, ciencia, magia, que educan. Que siembran, administran, crían animales e hijos propios o ajenos. Que curan con la palabra o sin ella. Que coordinan, que lideran, que solamente mandan. Mujeres que trabajan en cosas que ni sabemos que existen y descubren cosas que otros expropian.

Las noches y los días. Y los meses y los años están hechos de femineidades. Mujeres como todos los días, aunque a veces nos quede incomodo el traje de piel. Nos chingue acá, y acá también.

Dejar que nos deseen feliz día, no dejarlos. Entender, recordar, que muchos de ellos (muchos más que antes) nos agradecen y antes piden perdón por todo también. Dejarlos que se enfrenten a esto. Gritarles bien fuerte porque nos siguen matando y nos siguen torturando. Dejarlos que se enfrenten a esto también.

Mujeres  bellas todas, locas todas, libres todas. Si queremos, si podemos apostar a ello. Si nos comprometemos con nuestra historia, que no tiene mayúsculas, pero que pesa como el mundo. Mujeres si nos comprometemos para que sea posible. Para que seamos todas mujeres y no toda.

Hasta que nosotras podamos verdaderamente elegir, aunque los verbos sean imperfectos. Para que entonces los hombres y el Estado respeten. Y para que ninguna iglesia, ni dios, ni nadie se meta. Porque los verbos, nunca deberían ser indefinidos.

26.1.14




¿Cuál es la mejor canción de amor?

No encuentro la caja del romance.
Había una por alguna parte, la perdí
en algún lado entre el cuerpo y el desprecio.

Federicogarcía decía: -qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero…

¿Cuál es la mejor canción de amor?

Había un pequeño espacio que yo tenía
entre las palabras, para hablarte con cariño.
En algún lado entre el cuerpo y el miedo.

… Decía: -las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas. Decía cosas que importaban.

11.1.14

El otro Francisco


Durante el periodo de entre guerras, los Estados se valieron de las vanguardias futuristas, racionalistas, constructivistas, entre otras, para hacer énfasis semántico en el poderío; materializado en obras públicas y propagandísticas. Era necesaria la ratificación del poder, de que se mantenían en pie como las Grandes Naciones que eran. La República de Weimar, la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini, la URSS de Stalin, son muy buenos ejemplos de ello.

En Argentina tuvimos a Salamone, el arquitecto de las políticas nacionalistas grandilocuentes: mataderos, municipalidades, cementerios, escuelas, plazas… edificaciones simbólicas e ideológicas de la arquitectura asociada al trabajo, el orden y la muerte. Matanza-Tributo-Descanso Eterno, como equivalente de la tríada italiana lavoro, ordine, eternitá.

Hay un efecto de humorada negra cuando se mira la obra de Salamone hoy. Es algo que trasciende a los motivos ideológico-estéticos del autor. Es un efecto de sentido propio de la obra de arte, en el contexto histórico en el que se la aprecia, y revaloriza: la argentina de principios del siglo siguiente.

Los pueblos que fueron soportes involuntarios de sus despliegues escénicos crecieron, pero aún así hoy quedan unos cuantos metros debajo de esos monstruos colosales, abismales, amenazantes. Que están allí, como los tótems: para ocultar y recordar lo que debió ser y permanece amenazado de por vida por fallido.

Hay una necesidad de añoralgia (dirían los Les Luthiers) sobre el “bueno e inocente interior de la Provincia”, con su vida cuasi silvestre, desembarazada de la corrupción de las grandes urbes porteñas. Salamone el Salamone de hoy se caga de risa de todo eso. Descorre el velo y nos muestra lo ominoso de una provincia que se construyó toda con inmensos derramamientos de sangre. Y nos lo recuerda en los tres íconos del Estado moderno: el matadero, el orden burocrático y el campo santo.

La megalomanía de su arquitectura nos enseña la belleza del monstruo: se muestra grandiosamente. Nos deja estupefactos y horrorizados de la obra del hombre, que supera a “la obra divina” y la amordaza poniéndole un pórtico de entrada donde lo colosal de los simbolismos cristianos sólo sirven para enfatizar que Dios es el Hombre.

El poder de la ironía, del humor en cualquiera de sus formas, es una de las discusiones filosóficas que más crímenes históricos carga en el prontuario del occidente civilizado. Salamone está ahí para recordárnoslo: en Azul (capital ideológico-estratégica de las FF.AA y la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana) con ese Arcángel grave y definitivo. En las ruinas de Epecuén y su matadero como una película buena de zombies (buena porque esta si asusta, esta si es real). En la Escuela Normal Nro. 1 de Balcarce. En la Municipalidad del pequeño y tranquilo Rauch.

La vuelta de algo familiar por haber sido parte del Proyecto de Nación que se tuvo, que nos formó en las escuelas del “mi mamá me mima/ yo amo a mi mamá”; de las ideologías represoras que configuran el entretejido de la hegemonía de nuestro “inocente interior”—, pero distorsionado, levemente corrido de lugar. Ahí, en esa devolución, está Salamone, cristalizando la maldad y devolviéndola impertérrito.