11.1.15

Treinta*


- Basta de "soltar", ¿todas quieren soltar algo? Agarren fuerte loco...
- Nos agarramos fuerte de nosotras...






Mi problema capaz es que no me agarró la crisis de los treinta.

Digo, de todos los problemas históricos que me aquejan, ese… justo ese puto problema no me salió en el cartón del bingo.

Me han dicho de todo: de “loca de mierda” para allá. Tuve compulsiones, pensamientos obsesivos parásitos, obstrucciones del pensamiento, procrastinaciones perennes por años que me impidieron terminar la carrera. Parejas psicópatas, depresivas, casi normales. Chongos pelotudos, molestos, forros. Hasta un histérico que me dijo que se iba a matar y por respuesta obtuvo un portazo en la cara. De todo.

Tuve problemas familiares, laborales, con amigos. Me choco un auto. Si, qué tal… me chocó un auto. Pero no me pasó nada: solo me rajé un poco el cuero cabelludo, me raspé toda la cara y estuve con síndrome vertiginoso como seis meses… y todavía le tengo miedo a los autos cuando tengo que cruzar una calle. Nada más.

Tuve asma, se me curó el asma. Me salen sarpullidos cutáneos de vez en cuando. Estoy regorda desde hace tres años. Me da caspa de nervios. Tengo tos de nervios. Tengo nervios solos también.

Hablo dormida y tengo descargas involuntarias de los músculos de las piernas y los brazos justo después de que me dormí... y por supuesto, cago a piñas al que desgraciado de turno. Tiene un nombre eso… no sé cuál es. No me acuerdo. Por años le dije “estertores” pero no se llama así. Soy una boluda.

Me desmayé tres veces en mi vida. Y tuve ataques de pánico en dos oportunidades. También me deprimí clínicamente dos veces… o tres. Ya no me acuerdo. Porque antes me pasaba eso de que me olvidaba de las cosas cuando eran muy jodidas. Ahora ni eso, ahora me acuerdo de todo, todo el tiempo. Soy como un puto elefante. Un puto elefante resentido soy.

De todo digamos. Soy un compendio de neurosis. Pero no, la crisis de los treinta no me sale. Yo no sé por qué mierda, pero hasta en eso me sale todo al revés. Y claro, como no me agarra esa puta crisis sigo jodiéndome como de costumbre.

Porque claro, no me pinta la desesperación de casarme. O de tener un pibe. O de pasar las fiestas con la familia de mi novio. O de llevarme desesperadamente bien con mi novio porque tengo treinta y es momento de que mi vida sea estable. Y eso incluye –por supuesto- una pareja estable. Aunque eso signifique hacerse la boluda y pasarla como el orto con cosas que otros contextos de ninguna manera toleraría.

No che, la crisis esa no me toco. Así que nada de privilegios de esos que les tocan a todas las minas caucásicas, de clase media, de familias bien argentinas. Nada. 

Solo tengo treinta años.


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 *A Marion, gracias por la paciencia y el amor. Gracias.

2 comentarios:

Juan dijo...

Doloroso, sincero, y por lo mismo doloroso. Hoy me asomé a un pozo, y sonreí.

dear prudence - dulcema dijo...

Hola Juan, gracias por la sonrisa.
Bienvenido al pozo.