15.7.18

Esto no es un chiste

Ilustración: Venus Libido

Hace semanas que en las redes sociales no para de compartirse artículos, reflexiones, videos, viñetas ilustradas, incluso memes o chistes a favor y en contra del llamado “lenguaje inclusivo”. Me alegro que una vez más se ponga en boca de todxs esta discusión que lejos de ser un tema de lingüística abstracta (como si realmente tal cosa existiera), es un tema profundamente político. Porque como ya expresé en otra oportunidad, los errores no son gramaticales, y hoy me atrevo a reformular la segunda parte de mi afirmación: acá se trata de errores de integridad (política). Y si bien es cierto que las palabras no están antes de los actos; las palabras se recortan de los sucesivos hechos históricos, hitos, para ser más específica; tampoco seamos tan ilusxs de creer que las palabras no moldean cuerpos en acción.
El lenguaje, puede violentar tanto o más que un buen golpe o una sucesión de ellos a lo largo de toda una vida, los feminismos nos han enseñado mucho sobre esto. La violencia simbólica es uno de los pilares sobre los que se construye la reproducción del sistema patriarcal: el que sostiene y convalida la violencia a todo lo que no responda al universal excluyente del “Hombre” y su alteridad negativa, defectuosa, subalterna y casi siempre diabólica: la mujer. Argentina tiene la Ley 26.485 para la protección integral, prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres - porque las cosas si no se nombran, no existen-. Ley que permite pensar cómo la violencia machista y patriarcal no es algo que solo padecemos las mujeres, sino todas aquellas identidades que son feminizadas: puestas en un lugar de inferioridad y que, por salirse de los lugares asignados dentro del sistema, pueden (y deben) ser violentadas para restituir el orden hegemónico.
Sos una “mala mujer” si querés no tener marido o novio; o querés tener novia; o querés mantener relaciones sexuales con muchas personas; o divorciarte; o no tener hijxs; o te atraen personas indistintamente de su identidad u orientación sexual. Sos un “maricón”si te identificas con tareas o espacios asignados a las mujeres, o amás a otros hombres (sexoafectivamente hablando o no) y no tenés problemas en decirlo; o te sentís atraído por cualquier persona indistintamente de su identidad u orientación sexual, o no sos ni varón ni mujer; o sos un “traidor” porque no estás de acuerdo con ganar más que las mujeres, o no tenes políticas ativas para desplazarlas, lastimarlas o anularlas. Es decir que la llamada violencia de género corre tanto para las mujeres que no se quedan sumisas sosteniendo los lugares de buenas esposas/madres; como para los varones que no son suficientemente masculinos; y también para las personas que no se identifican ni como varones ni como mujeres, independientemente de su orientación sexoafectiva, porque se reconocen como un tercer género, o como parte del espectro de la fluidez. Porque si no se es “un hombre hecho y derecho” entonces tendrás que ser “una buena mujer”, o no serás nada... o estarás condenadx a ser un monstruo, una abominación.
Eso que en la teoría se denomina el binarismo sexogenérico (que solo se puede ser hombre o mujer de acuerdo a la interpretación que la sociedad hizo de los genitales que te tocaron en suerte), es lo que sostiene en gran parte muchas de las violencias simbólicas que nos lastiman a todxs lxs que de alguna manera desoímos o no nos ajustamos a los mandatos patriarcales. Porque el problema no es solo que “no se nace mujer, sino que se llega a serlo”; sino que tampoco hay solo dos destinos: hombre o mujer. Existen identidades no binarias (que no se identifican ni con una, ni con otra asignación) y negarlas es un acto de violencia simbólica, una de las violencias que están especificadas dentro de nuestra ley y que debemos prevenir, erradicar y sancionar... guste o no. Y porque además en Argentina tenemos otra ley, la 26.743 de Identidad de Género, que reconoce el derecho al libre desarrollo de la persona conforme a su identidad de género autopercibida, y a ser tratada de acuerdo con su identidad de género: es obligación del Estado y de todos quienes seamos representantes del mismo en el ámbito público y/o privado, o seamos simples ciudadanos, respetar y hacer respetar la integridad de esas personas. Porque, una vez más, lo que no se nombra no existe; y nosotrxs como sociedad elegimos visibilizarlo para ampliar derechos.
Además de estas leyes que son relativamente nuevas (en términos históricos son muy nuevas), Argentina es un país que tiene una larga tradición en la construcción de una sociedad que respeta el paradigma jus-humanista; hace muchos años que nuestro país, su sociedad y la cultura que desarrolla es ejemplo en el mundo de una ética respetuosa de los Derechos Humanos... porque las leyes son solo una expresión de esto. Sabemos, desde que retornó la democracia en adelante, la importancia de no sostener políticas negacionistas de los crímenes de lesa humanidad (aquellos que el Estado comete contra la población civil); la importancia de construir memoria, para esclarecer el pasado y delimitar un campo de verdad y así poder garantizar justicia. Y la operatoria de elucidación implica visibilizar aquello que se pretendió desaparecer por ir en contra del poder de turno: que se desapareció porque no se nombró, porque se expropió o porque se lo asesinó. Es una deuda de nuestra democracia restituir a todxs lxs desaparecidos de nuestra historia.


No hay nada más trágico que una pretendida posición de inteligencia que solo encubre ignorancia y negacionismo. Esto que está aquí arriba no es un chiste porque como cualquiera que tenga más de dos años como hablante del castellano rioplatense sabe que el neutro aquí está mal empleado. Sin contar, por supuesto, que está atacando al movimiento de mujeres que estamos luchando por la ampliación derechos sobre la soberanía de nuestros cuerpos (si, la sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo)... porque la muchacha de la foto tiene al cuello el pañuelo de la campaña. Y porque esta ley implica nombrar algo que de modo contrario, permanecerá desaparecido y operando como hasta ahora: invisibilizando a las mujeres que mueren todos los días por abortos clandestinos.
Quien considere esto un chiste desconoce por completo cómo funciona el lenguaje y los cambios en el mismo. La lengua tiene un uso, que es multívoco, equívoco, hasta en el nivel de análisis en el que esto se supone “está todo bajo control”: la semántica. Ya lo decía de Saussure hace un siglo, las cosas que uno habla se van corriendo de lugar: los significantes corren significados, o viceversa. Pero volvamos mejor al nivel pragmático del lenguaje. La pragmática, necesariamente es un terreno político. Aquí no estamos hablando de una mera sustitución de letras, esto es mucho más que eso: estamos hablando de reconocer la existencia de otras identidades que escapan al binarismo de nuestro idioma. Que ya vemos que no es natural a la lengua, sino que es como todas las cosas, el decantado de las construcciones que se fueron dando en las relaciones de poder. El androcentrismo, la visión machista y patriarcal, y el capitalismo. El error de integridad política se comente cuando en nombre de la RAE nos cagamos en la ampliación de derechos. Como si el lenguaje fuera algo inofensivo, cuando sabemos de la violencia simbólica. Porque la lengua es una cuestión de género. Y muchos problemas se solucionarían si pudiéramos bancarnos que la lengua es más que un código abstractactamente pautado que se aprende en el proceso de devenir “humanx”.

La lengua la hablan las personas, y las personas son históricas: están atravesadas por el lenguaje y las prácticas que lo producen y reproducen; y son sociales: ocupan un lugar en el sistema de producción y reproducción del capital y el patriarcado; y son culturales: usan lo simbólico que se desprende de sus prácticas para reforzarlas o hacerlas mierda y correrse… correrse… correrse. Lo subversivo del lenguaje está en que se lo puede hacer pelota; pero sin ser ingenuos. Sostener una convención basados en la supuesta arbitrariedad del lenguaje o las normas de la Real Academia Española es como decir “yo soy apolítico”... y ya sabemos quiénes son lxs apolíticos en la historia Argentina: lxs pro dictadura, lxs anti ley de matrimonio igualitario, lxs anti ley de identidad, los “pro vida” y anti ley de donación de órganos. La modificación de una convención lingüística sabemos que no se da en un tiempo humano sino histórico... y nosotrxs SEÑORES, estamos haciendo historia para estar más cerca de poder decir “Nunca Más”.

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