4.11.18

Mi secreto






Tengo que confesar un secreto. Algo que aún no defino si me horroriza o me avergüenza. No, no se trata de mi sentimiento de total desajuste en tiempo y espacio que me acompaña casi siempre y que a veces se transforma en la idea de que jamás se me reconocerá por ninguno de mis buenos méritos… Esto es algo mucho más menor, y por alguna razón mucho más estragante.

Estoy sincronizada con mi vecina, una mujer horrible por los niveles de crueldad, egoísmo y falta de empatía que acumula en esos escasos centímetros cúbicos que ocupa. Yo no soy alta, más bien todo lo contrario… y su estatura es menor a la mía, así que pueden ir sacando sus conclusiones. Estoy sincronizada con mi vecina, la mujer horrible que me alquila la casa en la que vivo, cuyo hijo no puede dejar de mirar hacia dentro de mi casa cada vez que baja la escalera rumbo a la calle.

Estoy sincronizada con la mujer horrible que vive en el primer piso de una casa hermosa que se está viniendo abajo silenciosamente tapizada de moho y siniestras mariposas diminutas y aterciopeladas gris azules que se multiplican y en vano intento mantener a raya con veneno diseñado para seres de mayor envergadura y milenaria resistencia.

Mi secreto del horror y la vergüenza es que estoy sincronizada con esa mujer de espanto de una manera tan justa que me da miedo. No importa de qué hora del día se trate, cada vez que voy al baño a hacer caca, en el preciso instante en que yo aprieto el botón para descargar mi inodoro escucho cómo hace lo propio la mochila de su baño. Y el agua corre ominosa a mi costado, desde arriba de mi cabeza –cual catarata-, baja a la altura de mi oreja derecha hasta el hombro, el brazo, codo, cadera y se sumerge en el piso de mi baño por ese caño de más de cincuenta años que se encuentra, cual columna estoica en esa esquina donde de vez en cuando me siento…

No hay comentarios.: