Hola, mi vida. Hoy fue el tercer día en que tuve que mantenerme de pie haciendo cosas, no sé ni cómo mierda. Ayer medio que me lo tomé porque si no tocaba todo lo que me está pasando, me iba a morir envenenada y muda, así que nadie se iba a dar cuenta —porque a mí, no me pasaría como a vos—. Yo no te puedo explicar lo loco que es esto: faltaste un par de horas y te fueron a buscar, amiga, no de uno, sino de tres lados distintos… porque sos vos. Porque no hay forma de que quien te cruzara, no te quisiera cerca: te la pasabas mirando la parte importante de todo y de todos los que te rodeaban, arrimando sin que nos diéramos cuenta, justo eso que estábamos necesitando, para que nos quede al alcance de la mano; para poner en valor eso que estabamos haciendo juntos. Yo me daba cuenta cuando lo hacías conmigo, y ahí dejaba de dar vueltas y hacía. La última charla que tuvimos te toco acompañarme en mis lamentaciones sobre lo mucho que me decepcionaban las personas de mi generación en relación al amor y esas giladas. Me quedé con ganas de contarte que al final me tenía que retractar, que al final las dos teníamos de qué estar contentas porque no todo tiene que ser siempre una mierda. Y tendríamos que haber estado hablando sobre lo lindo de volver hacer sonar a Steffani. Y yo tendría que haberte podido decir que si, que tengo que cantar ópera también, no solo coros, que tenés razón. Porque, te juro que ya lo había decidido. Que supieras que yo me daba cuenta de lo que hacías y que te amaba tanto más por eso. Y te tendrías que haber enterado que hasta esas personas que de algún modo te lastimaron, solo porque no se bancan la rabia que les da la belleza cuando la tienen cerca, estuvieron cuando empezaste a faltarnos. Mi vida, hoy llegué a casa y sentía que no quería estar sola y casi llamo para que alguien venga. Y esperé un segundo y me di cuenta que el problema era que no podía estar con vos. Y entonces me fui a lavar los platos y a mirar reels y encontrarme con algunos que te hubiera mandado. Me empecé a enojar y resolví que me iba a poner música en los auriculares y fumarme un porrito. Y entonces te empecé a hablar en mi cabeza y entendí que necesitaba escribir. Ya era hora, si es lo único que puedo cuando siento que me voy a volver loca. Porque, Pabi te juro que no puedo, todo esto es una bocha, siento por momentos que no me la banco. Saqué el cuaderno, y lo dejé sobre la mesa, pero la cabeza iba demasiado rápido, así que prendí la compu. Y justo que estaba volviendo para agarrar el celu me acordé de vos, de lo bien que se te daba ser como sos y lo que me estaba costando todo ahora. Me ganó la ira y me puse a guantear contra la pared. Con relativa moderación, y cuidando la forma del golpe, y sin bajar la guardia, Pabli, sin bajar la guardia y cuidando el ataque, aunque solo quiera llorar. Seguí golpeando a buen ritmo y técnica mientras lloraba porque te extraño, ya te extraño y tengo que enfrentarme a tener que averiguar cómo carajos voy a arreglármelas para seguir viviendo sin vos. Porque se te da tan bien, amiga, volverte una parte importante de todo lo que tocás. Y una acá tan torpe, tan negociadora de rehenes, tan buena para tan poca cosa. Me duelen las manos mientras tecleo, no me lastimé ni nada, creo, pero me duelen, y respiro y me acuerdo que tengo un cuerpo. Eso me ayuda a no volverme loca, a no convertirme en un robot. Pero no me ayuda con que tengo que encontrar la manera de arreglármelas para seguir haciendo todo lo que estábamos haciendo, porque eso es lo que vos harías en mi lugar. Y yo tengo que estar a tu altura, amigo. Tengo que poder tener que lamentarme de otra conversación que no vamos a estar teniendo, para contarte que, al final, si pude con todo lo que me hace feliz, Pablo.
2 comentarios:
Hermoso lo que escribís!terrible lo ocurrido!lamentable,horrible!...hay mucha gente de mierda!
Te abrazo fuerte fuerte!
Publicar un comentario